La Justicia.

Antes de comenzar a escribir me detuve a mirar el escritorio que he heredado en mi pieza de París. Tiene una mancha de tinta negra, donde se formaron casualmente como dos alas. Bueno, comencemos mate en mano. Nos preguntamos ¿Cómo puedo ser mejor? ¿Cómo puedo ayudar más a los otros? ¿Cómo hacer para evitar que los demás sufran? Una manera muy efectiva es viviendo la justicia.

NOCIONES BÁSICAS.

Sabemos que el concepto de justicia se fue construyendo lentamente en la historia de la humanidad. Fundamentalmente ha recibido el aporte:

1) Judeocristiano. Señaló que era necesaria para una vida social digna. También, la presenta como una realidad querida por Dios. Especialmente por la enseñanza de Jesús, quedó vinculada con la caridad.
2) Griego. Trabajó su carácter de virtud cardinal.
3) Latino. De donde recibe su impronta jurídica.
4) Anglosajón. Le dio un talante de adaptabilidad y de consenso.
5) Ilustración. La vinculó con la tolerancia y la entendió como ejercida por y para la mayoría.
6) Socialista. La emparentó con la igualdad.
7) Cristiano Latinoamericano. La relacionó con la gratuidad y la pensó como una realidad que va más allá de la retribución exacta.

La justicia es una virtud que permite actuar de acuerdo con nuestra naturaleza racional y comunitaria. Podemos definir a la justicia como la voluntad firme y constante de dar a cada uno lo que le corresponde.[2] La justicia regula los derechos de las personas que viven vinculados con sus semejantes.

En la sociedad, cada uno de sus miembros son, al mismo tiempo, sujetos de derechos y de deberes.

Además, esta la justicia se la vive en múltiples campos: 1) entre personas particulares; 2) entre particulares y grupos sociales; 3) entre la sociedad y sus miembros; 4) entre diversas sociedades.

Como virtud, ella es un hábito operativo bueno. Es una realidad dinámica. Por tanto, se puede decir de la justicia lo que Martín Fierro decía del vicio «nunca termina donde comienza». Debemos trabajar para ser con el tiempo, cada vez más justos. Esta aspiración es muy sana. Ser cada día una persona más justa, que es como decir ser una persona más digna y honrada. Créanme, que los demás nos lo agradecerán porque la justicia es crucial para que la vida en sociedad merezca ser vivida. Notemos que muchos de los reclamos sociales que se hicieron y se hacen, son pedidos de mayor justicia.

La justicia se basa en relaciones de igualdad o al menos de proporcionalidad. Lo propio de ella es regular el comportamiento de la persona con los otros. Esta virtud mira fundamentalmente a la relación, más que al sujeto. Me explico: me puedo emborrachar sólo en mi pieza y falto a la templanza. Sólo falto a la justicia, si le robo la botella al otro o se la parto en la cabeza. Juntando los vidrios, seguimos. Como dijimos, la justicia se construye desde elementos bilaterales: 1) La alteridad. En la justicia siempre un sujeto se vincula con otro sujeto. 2) La cosa objetiva. Se es justo en relación con un elemento al que se tiene derecho o que me es debido. Uno puede exigir algo cuando lo reconoce como realmente suyo. 3) La igualdad. Para que la justicia sea realmente digna del hombre, debe tender a la máxima universalidad. Evitando todo tipo de acepción de personas, de discriminaciones o de privilegios que dañen al conjunto del bien común.

La intensidad con que puedo demandar algo depende del grado de legitimidad que tenga sobre ello. Agrego que hay muchas necesidades que no son exigibles por estricta justicia, sino por amistad, amor o sentido común. Por tanto, habrá otra manera de peticionarlas.

Muchas veces no es fácil descubrir qué es lo justo. A muchos nos habrá pasado y varias veces. Normalmente se llega a descubrir lo que es justo en varias situaciones después de dialogar mucho. Con lo cual vemos que la justicia es propia del mundo del diálogo. Para poder ver claramente que es lo que le corresponde al otro y que es lo que me corresponde a mí.

Sabemos lo complejo y difícil que es la opción por la justicia. La historia de la humanidad es, en buena medida, una secuencia de injusticias que una parte de las personas le ejerce a las otras. Analicemos ciertas dificultades y veamos si hay alguna salida. No siempre es fácil combinar libertad y justicia. Una libertad sin límites es imposible, nos puede llevar a una vida estéril, caótica o peor, cruel. Por el contrario, una igualdad a fuerza de negar libertades individuales termina siendo una cárcel. Además, y esto es complicado, puestos a pedir, las personas podemos llegar a no tener límites, a perder la objetividad o negar los derechos ajenos. Todos llevamos un déspota dentro.

También hay otro problema, que es la justicia de los medios. Acontece con frecuencia que las personas, luchando por ideales justos, emplean estrategias injustas: artimañas, falsedades y maldades.

En definitiva, la realidad es que muchos no poseen lo que merecen y son numerosos los que tienen lo que nos les pertenece. Aquí incluyo a las persona que cobra un sueldo sin apenas haber ido a trabajar.

Sabemos lo complejo y difícil que es la opción por la justicia. La historia de la humanidad es, en buena medida, una secuencia de injusticias que una parte de las personas le ejerce a las otras. Analicemos ciertas dificultades y veamos si hay alguna salida. No siempre es fácil combinar libertad y justicia. Una libertad sin límites es imposible, nos puede llevar a una vida estéril, caótica o peor, cruel. Por el contrario, una igualdad a fuerza de negar libertades individuales termina siendo una cárcel. Además, y esto es complicado, puestos a pedir, las personas podemos llegar a no tener límites, a perder la objetividad o negar los derechos ajenos. Todos llevamos un déspota dentro. También hay otro problema, que es la justicia de los medios. Acontece con frecuencia que las personas, luchando por ideales justos, emplean estrategias injustas: artimañas, falsedades y maldades. En definitiva, la realidad es que muchos no poseen lo que merecen y son numerosos los que tienen lo que nos les pertenece. Aquí incluyo a las persona que cobra un sueldo sin apenas haber ido a trabajar.

Alguno me puede preguntar: ¿Pero realmente hay justicia? La historia, ¿no es en realidad su tragedia? ¿No es una cadena de hechos por los cuales el egoísmo, la violencia y la mentira han puesto en riesgo y han destrozado buena parte de la humanidad y del planeta? Es cierto, esto ha pasado y sigue pasando en bastantes zonas del planeta. Pero debemos seguir esforzándonos por su realización, especialmente en el mundo de los pobres. Incluso, entiendo que como Familia Vicentina, la manera más noble de expresar una vida creyente es viviendo la caridad y la justicia.

Vivir la justicia. No comencemos por niveles muy altos. Comencemos viviendo la justicia en lo cotidiano: en casa, en el trato con los amigos, en la oficina, el taller, con los compañeros de la asociación. Justicia que empieza en que hagamos a cada cual aquello que le corresponde, conforme a nuestras posibilidades. Lo cual incluye el respeto, la atención, el hacer las cosas con eficiencia, etc. También implica aceptar que los otros sean diversos y tienen derecho a particularidades mientras no afecten al Bien Común.

Como señalamos, vivir la justicia en casa, el trabajo y las amistades, ya es algo muy valioso. Pero no podemos limitarnos a eso ¿Podemos llevarlo al gran mundo? Sí, vivir la justicia con los pobres, en la Iglesia, en la política partidaria, en lo internacional. Sí, podemos y debemos llevarlo a esos ámbitos. Recuerdo que mis primeros años de sacerdote iba mucho por San Miguel y José C. Paz. Me acuerdo que era difícil transitar por las calles: asfaltos que no se hacían, otros eran de pésima calidad y estaban las vías llenas de baches, algunos parecían «cráteres», daba la sensación de estar transitando en Sarajevo después de un bombardeo. Cuál era el origen de estos males: la corrupción y la desidia política.

Por tanto, pongamos nuestro esfuerzo en implantar la justicia: lo cual se traduce en buena alimentación para todos, situaciones adecuadas de trabajo para todos, posibilidades de buena educación, etc. Entonces habremos ganado mucho. Siendo realistas, sabemos que a veces estas luchas legítimas se entremezclan con el afán de poder, con el desprestigio del adversario, incluso con el delito. Siempre digo que la justicia es una virtud tan valiosa que con que ella se respete en parte, un país marcha bien. Si se la respeta cada vez más, se llegará a cuotas muy agradables de convivencia. Creo que en esto, nuestra fe cristiana nos puede ayudar a buscar una justicia más plena, más depurada, más exenta de búsquedas personales mezquinas.

l decir, una mirada religiosa no quiere decir que los dirigentes religiosos sean el parámetro por ser dirigentes religiosos. De hecho conozco obispos, visitadores, superiores, dirigentes laicos, pastores evangélicos, obispos protestantes que son personas muy injustas. Por el contrario, San Vicente de Paúl es un referente válido porque fue una persona que supo asumir cada vez más la virtud de la justicia. Siendo la caridad y la justicia su guía.

Preguntas para meditar solo o en grupo. Si es en grupo, podemos hacer rondas de preguntas para que cada uno las responda.

1. ¿Cómo se vivían las relaciones de justicia en tu casa y en tu escuela? ¿Cuáles eran sus fortalezas y sus debilidades.
2. ¿Das a cada persona lo que le corresponde?
3. ¿Tienes alguna acepción de personas?
4. ¿En qué luchas por la justicia estás comprometido?
5. ¿Qué cosas cambiarían en nuestro planeta si las personas nos esforzásemos por vivir en la justicia?

En próximas entregas seguiré escribiendo sobre la justicia. Ahora voy a limpiar mi habitación que está un tanto desordenada … ¿Dónde habré dejado el matafuegos?

[1] Cf. CAMPS, Victoria. Virtudes Públicas. Madrid. Espasa Calpe. 1990. 15-30; SABATER, Fernando. Ética como amor propio. Madrid. Mondadori.1989.

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